Red de Corresponsales
Muchos son los mitos que rodean la cultura mexicana. Ya sea desde los humanos creados con maíz hasta el quinto sol que nos ilumina hasta nuestros días. No obstante, hay uno muy cercano y que no tiene tantos años.
En Nicolás Romero, municipio del Estado de México, hay un pueblo llamado San Francisco Magú. Este territorio, ubicado entre Tepotzotlán y Villa del Carbón, está a menos de dos horas de la Ciudad de México.
Este poblado otomí, que sigue reclamando su título de pueblo indígena, el cual no se le ha otorgado por parte del Estado, no sólo es reconocido por su riqueza cultural e histórica, ya que ante los ojos del mundo es la única parte de México que, desde hace dos siglos, no paga impuestos.
La idea es un tanto irreal y aún se desconoce el verdadero origen de la misma, pero varias han sido las versiones alrededor de esta exención que se convirtió en mitología mexiquense, aquella que, real o no, aporta un pequeño toque de interés a la hora de conocer y hablar de Magú.
Se dice que el primer decreto que eximió a los maguneros, como se identifican, surgió entre 1734 y 1740, cuando el virrey Juan Antonio de Vizarrón les otorgó este privilegio cuando fue traicionado por la Corona Española y se refugió en Magú.
Dicha versión fue recuperada en 2015 por Gloria Bautista Cuevas, diputada del Grupo Parlamentario del Partido de la Revolución Democrática (PRD) durante la LXII Legislatura, cuando denunció que el presidente municipal de Nicolás Romero de aquel entonces, Martín Sobreyra, despojó a la comunidad de las oficinas del comité del agua y de la delegación autónoma de este poblado.
Otra de las posibilidades se remonta a los años entre 1746 y 1754, cuando el virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, quien gobernó durante un periodo de paz en la Nueva España.
Cualquiera que sea la historia del decreto, supuestamente fue respaldado en dos periodos presidenciales: el primero con Benito Juárez (1858-1861); el segundo fue Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). No obstante, no existe ningún registro documento que avale tales pruebas, aunque en San Francisco Magú siguen sosteniendo que es verdad.
En la actualidad, los pobladores siguen sin pagar impuestos como el predial, licencias de construcción o comerciales. Algunos negocios tampoco solicitan el Impuesto al Valor Agregado (IVA).
La historia, transmitida de generación en generación, sigue vigente. A pesar de que algunos expertos mencionan que si el pergamino aparece en la actualidad ya no tendría validez, debido a las modificaciones que ha sufrido la ley mexicana con el paso de los años, los habitantes de Magú siguen firmes y mantienen esta exención hasta nuestros días.
Ninguna institución pública de acervos históricos tiene registro del acta, y se dice que se encuentra en el pequeño pueblo. Por el momento será muy complicado saberlo y quizá nunca se tenga fe de su paradero. Tal vez sea lo mejor.
Cabe resaltar que San Francisco Magú no es un “paraíso fiscal” como el usado por empresarios, políticos y famosos para lavar dinero, todo lo contrario, ya que los usos y costumbres son un “obstáculo” para instalar nuevos habitantes y construcciones, más si tratan de utilizarlo para fines ajenos a los de la comunidad.
Lo único que se recauda es “el peso”, una contribución que realiza toda la comunidad cada año para realizar las obras públicas necesarias. Hasta hace unos años la cantidad rondaba los 60 pesos, aunque por la inflación y otras variantes pudo modificarse.
Si ahora en tus planes está ir, no te preocupes, no queda lejos. Se encuentra a unas dos horas de la Ciudad de México. Tepotzotlán queda de camino, así que podrás hacer una parada, aunque lo recomendable será sólo visitar el pueblo y degustar un maravilloso y tradicional pulque, no hay que usurpar lo que por derecho sólo ellos se merecen.