En los días que estuvo Villa en la capital del país, aprovechó para visitar los restos de su amigo Madero
Red de corresponsales
Los nombres de las calles de la capital han sido cambiados a lo largo de la historia de la ciudad y se relacionan con gente relevante que habitó ahí o con sucesos ocurridos en el lugar que conmocionaron a la sociedad en un determinado año.
Incluso se han nombrado de acuerdo a los gremios que se instalaron en ese punto en específico como la calle de Mesones en la que se abrió el primer mesón de la nueva España; o la avenida Juárez que fue nombrada como el presidente conmemorando su llegada a la capital en 1867, o la ya extinta calle de Plateros, cuyo nombre fue cambiado por un personaje importante de la Revolución Mexicana.
En noviembre de 1910 estalló el conflicto armado impulsado por Francisco I. Madero en contra del régimen de Porfirio Díaz, quien estaba en el poder desde hace tres décadas. Al movimiento se sumaron varios caudillos que buscaban cambiar la situación del país o al menos de su localidad, como Emiliano Zapata, Pascual Orozco y Francisco Villa.
Tras la victoria obtenida, Madero subió al poder pero fue asesinado en 1913 durante el golpe de estado conocido como la Decena Trágica, con la que Victoriano Huerta tomó el poder. Así comenzó la segunda etapa de la Revolución Mexicana. Villa se alzó una vez más en armas uniéndose al ejército constitucionalista.
Tras varios enfrentamientos, Huerta perdió la guerra en 1914 al verse sitiado por los zapatistas, las fuerzas de Venustiano Carranza, de Villa y las fuerzas estadounidenses en Veracruz. Sin embargo, iniciaron los problemas al interior de las fuerzas revolucionarias tras desacuerdos entre Carranza y los otros dos caudillos.
Por eso en 1914, Villa y Zapata se vieron en la capital para llegar a un acuerdo: formar una alianza en contra de Venustiano Carranza y Álvaro Obregón. Entraron con sus ejércitos el día 6 de diciembre después de una Reunión en Xochimilco.
Entraron montados en sus caballos miles de hombres armados que dejaron impactados y horrorizados a los capitalinos que consideraban a los revolucionarios como unos bárbaros. Entraron por la calle de Plateros hacia Palacio Nacional.
La calle durante siglos tuvo el nombre de Plateros, ya que en 1580 el Virrey Enríquez la destinó para congregar a los plateros. Así se mantuvo hasta la llegada de los caudillos Francisco Villa y Emiliano Zapata a la Ciudad de México.
Los caudillos permanecieron en la ciudad unos cuantos días. El 8 de diciembre Villa, recorriendo las calles, se detuvo en Plateros. Llevó una escalera y una nueva placa. Retiró la de Plateros y en su lugar puso la de avenida Francisco I. Madero. También colocó otra debajo en la que advirtió que la persona que se atreviera a quitar la placa seria fusilada por el ejercito villista.
Después de la pequeña ceremonia improvisada, se dirigió hacia el panteón Francés junto con otras personas para visitar la tumba del trágico presidente Madero. Depositaron flores pero la ceremonia destacó en la memoria debido a que Francisco Villa sacó un gran pañuelo para secar sus lágrimas. El Centauro del Norte lloró ante la tumba de Madero.
Villa sintió un gran respeto hacia Madero, incluso cuando fue arrestado por Huerta y mandado a la cárcel de Santiago en Tlatelolco, escribió numerosas misivas para asegurarle que no representaba ninguna amenaza.
Desde entonces una de las avenidas mas concurridas de la capital mexicana lleva el nombre de aquella trágica figura. Quizá aún queda el miedo de la sentencia que el Centauro del Norte lanzó en otrora contra cualquiera que tuviera la iniciativa de cambiarlo.