Esta respuesta data desde las primeras llamadas telefónicas en el país
Redacción
Es conocido que en México contestamos a una llamada telefónica con un “¿bueno?”, pero esta costumbre viene desde principios del siglo XX con el origen del servicio telefónico en el país, cuando aún eran necesarias las centrales telefónicas manuales; las cuales eran principalmente mujeres que se encargaban de conectar la llamada de dos personas a través de un cable.
Este gran avance vino con el Porfiriato (1876-1911). Aunque en el país las primeras llamadas telefónicas se llevaron a cabo en 1878, con Díaz tamibén se hicieron contratos con compañías que hoy en día se formarían en Teléfonos de México (Telmex), lo que permitió que se instalaran teléfonos privados; el 16 de septiembre de ese mismo año se instaló la primera línea telefónica privada entre el Palacio Nacional y el Castillo de Chapultepec donde Díaz se encontraba de un lado de la línea.
Poco a poco se empezó a expandir esta nueva tecnología, primero en la Ciudad de México para después pasar a otros estados, el número de personas que utilizaban el teléfono era demasiada que tuvo que crearse un directorio mensual donde se indicara el número de la persona que se intentaba localizar, por ejemplo el presidente Porfirio Díaz era el 64.
Era aquí donde entraba el trabajo de las centralitas, las cuales se encargaban de unir a dos usuarios mediante una operadora que los enlazaba con un cable y dos clavijas. La persona que buscaba comunicarse tenía que dar el nombre y el número de con quien intentaba hablar y la operadora los enlazaba.
Pero para poder saber que la conexión de la llamada había sido un éxito, las telefonistas preguntaban “¿el enlace es bueno?”. Pero la pregunta se fue acortando porque era un trabajo inmediato y pesado, pues era un gran estrés atender todas las llamadas. Como los usuarios sabían a qué se referían con un simple ¿bueno? Se fue utilizando esta respuesta ante una llamada que hasta hoy en día se usa en nuestro país.
Las centrales telefónicas y los primeros teléfonos funcionaban con electricidad generada por una batería que frotaba dos imanes y se accionaba girando una maniavela. En 1911 la empresa Ericsson construyó líneas telefónicas en Tlalnepantla y Cuautitlán y se importaron desde Alemania postes de acero de entre 20 y 24 metros para instalarlos en las colonias Roma y Juárez.
Se conoce también que el trabajo no era fácil, pues el reglamento obligaba a las operadoras vestir blusa blanca y falda negra, la mayoría eran adolescentes y además de que había una directora que supervisaba todas las llamadas entrantes y salientes. Incluso se les prohibía tener contacto con personas del otro sexo y recibían multas por retardos.
Según el autor Armando Martin Ibarra López, para el momento en el que estalló la Revolución Mexicana se encontraban instalados aproximadamente 16 mil aparatos telefónicos en México, de los cuales 8 mil 500 estaban en la Ciudad. Mientras que para finales de los años veinte existían aproximadamente 29 mil teléfonos.
Sin duda el teléfono fue un instrumento que permitió la conexión entre personas, pero también influyó en la política; pues fue por medio de este instrumento que se le informó a Madero que el general Bernardo Reyes se dirigía con tropas hacia el Palacio Nacional.
En 1927 el presidente Plutarco Elías Calles hizo una llamada al presidente norteamericano Calvin Coolidge para inaugurar el servicio telefónico internacional.