A los Mártires de 1916 se les honra, no se les traiciona: Este 13 de agosto, Tlaltizapán se llenará de discursos, aplausos y cámaras. La presidenta municipal Nancy Gómez Flores y la gobernadora Margarita González Saravia encabezarán la develación de una placa en memoria de los mártires de la matanza de 1916, cuando las tropas carrancistas asesinaron a decenas de hombres, mujeres y niños en la tierra de Emiliano Zapata.
Pero mientras se honra a quienes murieron defendiendo sus derechos, se cocina otra injusticia. El mismo día, invitamos públicamente a la gobernadora, a la alcaldesa y a todos los diputados y autoridades que asistirán al acto conmemorativo a que pasen por el rancho Casa Blanca, también llamado Rancho Los Limones. Ahí podrán ver con sus propios ojos que no es “propiedad del Estado” como anuncian, sino un terreno con dueño legítimo, trabajado de forma continua en agricultura, apicultura y ganadería y que forma parte de la sierra Negra Montenegro, hábitat del lagarto enchaquirado o “escorpión pinto”, especie amenazada, según la Norma Oficial Mexicana (NOM), 059.
Por ello, declarar este predio como propiedad estatal para construir un polideportivo o viviendas del bienestar no solo es falso o ilegal, sino que significaría un atentado contra la biodiversidad y un atropello a los derechos humanos y agrarios. Sería, en los hechos, una nueva “matanza”, pero esta vez dirigida por quienes hoy ocupan los cargos públicos más altos en Morelos.
En la tierra de Zapata, el defensor número uno de la tierra para quien la trabaja, no se puede permitir que un acto histórico sirva de cortina para un despojo. Este llamado no es sólo para las autoridades presentes ese día, sino también para los grupos ambientalistas y defensores de derechos humanos en todo México: La Sierra Montenegro no se negocia y mucho menos se destruye para intereses políticos o proyectos improvisados.

Resulta indignante que Nancy Gómez Flores, militante del Partido Verde, pretenda ser parte de una ceremonia en honor a los mártires de 1916 mientras avala —y promueve— un proyecto que significaría una masacre ambiental y social en pleno corazón de la Sierra Montenegro. La incongruencia es evidente: Enarbolar la bandera de la ecología y, al mismo tiempo, impulsar la destrucción de un ecosistema protegido y de una tierra con dueño legítimo.
La gobernadora de Morelos, Margarita González Saravia , y la alcaldesa de Tlaltizapán, Nancy Gómez Flores , deben estar conscientes de lo que están a punto de destruir.