
En un sentido contrario al que pretendía el proyecto modernizador bajo valores conservadores, es que la educación comenzó a tener sus frutos para la transformación en la conciencia del pueblo.
En uno de los primeros registros que tenemos de un movimiento estudiantil, durante la primavera de 1892 los jóvenes que cursaban estudios en las escuelas de la capital se lanzaron a la calle a protestar en contra de la tercera farsa de reelección del dictador Porfirio Díaz.
Esos contingentes estudiantiles eran motivados por las discusiones sobre “la libertad, la igualdad, la fraternidad y los derechos del hombre”; así como de la creciente causa anti reeleccionista. En esas movilizaciones un joven de 19 años de nombre Ricardo y su hermano menor de nombre Enrique, estudiantes de la Escuela de Jurisprudencia y de la Preparatoria, fueron golpeados y encarcelados por primera vez por haber levantado su voz en contra del tirano. Esta primera experiencia política como estudiantes definió la lucha que los hermanos Flores Magón sostuvieron toda su vida para hacer realidad la revolución en México.

Gracias a las reivindicaciones de justicia social que enarbolaron los ejércitos revolucionarios compuestos por campesinos y trabajadores, es que el derecho a la educación para todos los mexicanos y su rectoría por parte del Estado, también quedó definitivamente establecido en el artículo 3° de nuestra Constitución de 1917. Ahí se ha ya definido que son todos los niveles de gobierno los responsables de garantizar el acceso a todos los niveles educativos para que nadie quede exento de ejercer este derecho.
Este marco legal fue propicio para que a lo largo del siglo XX se fundaran nuevas instituciones de educación superior en cada uno de los estados, al mismo tiempo que se consolidó un sistema educativo nacional que con el paso del tiempo fue considerando a la educación inicial, la educación básica y la educación media superior como obligatorias y por consiguiente como gratuitas en las escuelas públicas.
Sin embargo, mal haríamos en negar la discusión política que implica orientar los distintos modelos que también disputan el sentido de la educación para cambiar la sociedad. Tan solo recordemos, en la última etapa de nuestra Tercera Transformación que fue el Cardenismo, como surgió el modelo de la educación socialista apoyada firmemente por el magisterio rural, como respuesta al fanatismo que promovió la rebelión cristera respaldada por los sectores más reaccionarios que seguían teniendo presencia en el campo.

Vuelve a resultar elocuente que fuera el rector de la Universidad Nacional, Manuel Gómez Morín y las primeras federaciones de estudiantes, que recién había obtenido la autonomía en 1929, quienes hicieran causa común con los grupos católicos y sus organizaciones como la Unión Nacional de Padres de Familia; así como sus expresiones políticas como el Partido Acción Nacional y la Unión Sinarquista para oponerse al proyecto cardenista de incorporar el carácter transformador de la educación socialista.
En el terreno de la educación se disputan los modelos alternativos de sociedades por construir o los modelos que pretende preservar el orden y perpetuar la desigualdad entre sectores de esa misma sociedad.
Pero en esta disputa política tendríamos que voltear y poner el acento en los propios sujetos de la educación: las y los estudiantes quienes son los sujetos que atraviesan los procesos formativos que los pedagogos diferencian como procesos formales e informales; es decir aquella educación que recibimos dentro de las aulas, pero también la educación que recibimos en nuestras interacciones sociales y en la vida cotidiana.
Porque cuando hablamos de formación, hablamos de un acto político que nos implica optar por los valores y principios con los cuales pretendemos construir una sociedad más justa e igualitaria o pretendemos mantener y reproducir el orden dominante; por eso alcanzar el derecho de estar en un aula universitaria es solo parte de un proceso de vida en donde se termina por definir tanto nuestras opciones personales, como los proyectos sociales y políticos a los que estamos dispuestos a sumarnos.
Quienes hemos pasado por las aulas y campus de la Universidad pública, no solo nos formamos en los planes y programas de estudio de nuestras especialidades, sino que nos formamos en la socialización con otros jóvenes con lo que coincidimos en búsquedas e inquietudes generacionales para la solución de problemas colectivos. Y así como los universitarios de diferentes tiempos han protagonizado movimientos reaccionarios, también han sabido enarbolar las mejores causas del pueblo, para alzar la voz justo por quienes no tiene acceso a esas mismas aulas.

Como señalaron Salvador Martínez Della Rocca e Imanol Ordorika en el caso de la UNAM:
“El gobierno y las autoridades educativas hacen caso omiso de una fuente más de incidencia de la UNAM en la sociedad mexicana. Existen cientos de miles de ciudadanos que han pasado por sus aulas sin recibir un título o una carta de pasante, pero que han adquirido una nueva visión del mundo y de su realidad cotidiana en esa maravillosa experiencia racional que es la Universidad. Maestros de educación secundaria, dirigentes sindicales, trabajadores del campo y la ciudad, generalmente individuos que tienen alguna responsabilidad en la organización y representación de su comunidad. Burócratas, comerciantes, taxistas, campesinos, periodistas, escritores, músicos, obreros. Todos ellos son mejores, tuvieron la oportunidad de vivir la experiencia del acceso a la cultura y el conocimiento, la pasión por el razonamiento y el debate de las ideas. Pudieron ser licenciados, maestros o doctores; quizás no tuvieron la oportunidad. En cualquier actividad que realicen su vivencia universitaria está presente. Son también un producto importante de la Universidad de la nación.” (Ordorika, Della Rocca, 1993).
La defensa del derecho a la educación ha pasado a ocupar un lugar central de los movimientos estudiantiles mexicanos, al mismo tiempo que se enarbola las expectativas del resto de la sociedad por condiciones de justicia y democracia como nuestra historia nos demuestra.


El cargo La larga marcha por la educación pública en México 2da Parte / Por René González y David Toriz apareció primero en Reporte 32 MX, El medio digital de México.