
Este 1 de julio es un nuevo aniversario de la victoria histórica del pueblo organizado. Aquel primer domingo del 2018 ha dejado marcado un hito para la izquierda mexicana que por primera vez accedió a la Presidencia de la Republica por la vía electoral. Una hazaña política que se puede dimensionar si hacemos memoria del continuo ciclo de fraudes electorales y abierta represión que padecieron generaciones de mexicanos al exigir justicia para todos, libertad plena y democracia verdadera en los siglos XX y XXI.
Este proceso de transformación colectiva no puede entenderse sin la figura de su principal dirigente Andrés Manuel López Obrador, que supo interpretar la voluntad de todo un pueblo oprimido por las viejas y nuevas elites quienes usurparon por décadas la representación política. Porque solo el presidente AMLO peregrinando por todo el país supo encabezar la concientización de las grandes mayorías que solo sentían lejanía, frustración o repudio por sus malos gobernantes.
Este verdadero cambio de régimen protagonizado por el pueblo de México fue ratificado en junio 2024, eligiendo a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo como la primera mujer en encabezar el Poder Ejecutivo en nuestra historia republicana; precisamente, porque se fundamenta en la politización activa de hombres y mujeres libres que después de muchos años, han vuelto a asumir como propias las discusiones de los asuntos públicos.

Somos millones de mexicanas y mexicanos quienes podemos constatar en la vida cotidiana, los principales cambios que implican esta transformación de la vida pública de México, comenzando por la base económica de la vida al irse desmantelando la política neoliberal que implicaba la privatización de los bienes públicos y convertía en servicios subordinados a las leyes del mercado derechos como salud, educación o seguridad social. Implementar una nueva política económica ha devenido en priorizar el interés común de toda la población con el aumento sostenido del salario mínimo y la redistribución de los recursos públicos en beneficio de los más humildes.
Protagonizamos una transformación radical de la vida política -que puede constatarse en la más reciente de nuestras elecciones como ejercicio de democracia directa para elegir a los integrantes de un Poder Judicial tristemente conocido en el pasado neoliberal por su lejanía de la gente y por traficar con sus determinaciones a favor de los poderosos-.
Vivimos un momento estelar de nuestra historia nacional que entre todas y todos debemos cuidar y seguir promoviendo. Estos gobiernos del pueblo y para el pueblo que arrancaron en 2018 no están exentos de las veleidades del poder entre los propios compañeros y compañeras que pueden perder el rumbo, ni mucho menos están resguardados de los oportunistas de siempre.

Afortunadamente, contamos con la guía indispensable que es el pensamiento político y el ejemplo ético del propio López Obrador; porque él nos enseñó como la cercanía genuina con el pueblo y el orgullo por nuestras raíces son la potencia que sostiene un proceso de transformación que no puede volver a darle la espalda a gente.
Para mortificación de nuestros críticos, la Cuarta Transformación tiene continuidad y no se olvida de donde provienen nuestras convicciones; porque la historia se construye todos los días y se escribe de manera colectiva. Nuestra memoria no olvida a quienes cayeron en esta lucha y está presta a recordar los momentos en que entre todos hemos resplandecido. La revolución de las conciencias sigue convocando a la firmeza y creatividad del pueblo para profundizar la regeneración de nuestra Patria.

