Dentro de la lista de sus opositores destacan dos nombres involucrados en la Revolución Mexicana.
Redacción
Pancho Villa, el personaje histórico que pasó de ser bandido a héroe nacional, sin duda logró destacar en la Revolución Mexicana por su personalidad aguerrida y revoltosa. Era de esperarse que un hombre tan explosivo, pero a la vez caritativo y consciente de los problemas sociales que aquejaban a la gente del campo, llegara a tener más de un enemigo, no obstante, dentro de toda la lista de nombres destacan dos principales: Venustiano Carranza y Álvaro Obregón.
Villa, también conocido como el Centauro del Norte, decidió integrarse a la lucha maderista gracias a sus amigos Eleuterio Soto y Abraham González, quienes lo “conectaron” con el político y empresario Francisco I. Madero en 1910. Aunque su astucia en peleas callejeras ya era muy conocida, durante la Revolución descubrió que había en él un talento para elaborar estrategias de ataque y liderar ejércitos, sin embargo, el proceso fue difícil, ya que tuvo que enfrentarse a numerosas adversidades.
Entre estos obstáculos figuró primero la presencia del militar coahuilense Venustiano Carranza. De acuerdo con la revistaArqueología Mexicana del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), desde que Carranza conoció a Villa tuvo cierta desconfianza y por lo mismo, estableció una distancia muy marcada. Las sospechas del coahuilense surgieron cuando se enteró que parte del currículum del Centauro del Norte estaba lleno de cuestiones como: asesinato, desacato a la ley, robo, entre otras más. Otro de los motivos que figuraron en su hostilidad hacia Villa tenía que ver con su origen humilde.
Aunque José Doroteo Arango Arámbula, es decir Pancho Villa, se dio cuenta de lo que se hablaba de él, decidió seguir con la lucha. Más tarde, las situaciones se empezaron a complicar, pues lo que comenzó siendo una amistad cordial y casi obligada, terminó en una lucha constante entre ambos líderes que sólo buscaban tener más éxitos que el otro.
Otro de los factores que marcaron el inicio del fin entre ambos líderes revolucionarios fue cuando Villa empezó a destacar más por su papel en el Ejército de la División del Norte, incluso, según información de la revista del INAH, las disputas empezaron cuando Carranza comenzó a darle diversas órdenes a Pancho, las cuales no estuvo de acuerdo en obedecer. A pesar de que al principio las acató, después se dio cuenta de que sólo intentaba quitarle batallas para quedarse con el protagonismo. Fue en 1914 y mediante telegramas, que el Centauro decidió renunciar a su puesto como comandante de la División, pues “sin lograr ponerse de acuerdo, sólo provocaron que la relación entre ambos se tensara al máximo”.
Aunque el militar nacido en Coahuila estaba feliz de haberse quitado a Villa de encima, cuando los demás jefes villistas encabezados por el general Felipe Ángeles se enteraron de lo ocurrido, decidieron alejarse de Carranza, también llamado Primer Jefe. Ante estos hechos “la semilla de la discordia estaba sembrada: después de la Convención de Aguascalientes, en octubre de ese año, comenzó la fase más cruenta de la Revolución con la guerra civil entre ambas facciones”.
En medio de estas disputas, se encontraba el “protegido” de Carranza: Álvaro Obregón, quien había sido nombrado jefe militar por Venustiano. Sin duda, Obregón también destacó por su astucia en diversas batallas que lo llevaron a disfrutar de grandes triunfos, no obstante, al ser alguien muy allegado al coahuilense, también empezó a ver con muy malos ojos al Centauro.
Las tensiones empezaron a incrementar en la Convención de Aguascalientes, una junta organizada por el Primer Jefe para “limar asperezas”, sin embargo, ni Villa ni el Caudillo del Sur, Emiliano Zapata, asistieron a la reunión. El punto central que marcó el resentimiento del sonorense Obregón, fue con la Batalla de Celaya en 1915, cuando se enfrentó directamente al ejército villista.
La tragedia que ocurrió en este episodio fue que Álvaro perdió su brazo derecho a causa de una granada lanzada por el mismísimo Francisco Villa, ante esta situación, el militar de Sonora comenzó a perseguir a las tropas del Centauro para expulsarlos del norte del país. Tiempo después, con la muerte de Carranza, Obregón quedó al frente y acordó una “aparente paz” con Pancho.
Por ese motivo, José Doroteo Arango se retiró y se fue a vivir a una hacienda en Canutillo, pues también había acordado con el gobierno de Adolfo de la Huerta (quien se encontraba como presidente interino por la muerte de Venustiano) dejar las armas a un lado.
Posteriormente, cuando Álvaro llegó a la presidencia, ante la posible revelación del líder revolucionario, decidió mandar a asesinar a Villa. El plan lo logró con la ayuda de la familia Herrera, quienes denunciaron sentir un gran rencor contra el ex jefe de la División del Norte porque, por su culpa, murieron diversos miembros cercanos.
Según el libro de Raúl Herrera, titulado La sangre al río: La pugna ignorada entre Maclovio Herrera y Francisco Villa (Tiempo de Memoria) Jesús, uno de los sobrevivientes a los hechos de Pancho, fue a visitar al entonces presidente para pedirle ayuda y hacerle justicia a su familia. Tras llegar a varios acuerdos, Jesús se encargó de alistar todo para el trágico acontecimiento que sería en la misma ciudad donde fue asesinada su familia.
Fue así como el 20 de julio de 1923, en Parral, Chihuahua, el general Francisco Villa fue emboscado por un grupo de hombres cuando iba en su automóvil y tras una decena de disparos, perdió la vida.